El urbanismo de género, iniciado en los años 90, se abre paso en Madrid y Barcelona para corregir el sesgo masculino que ha priorizado las políticas de planificación urbana
“Los
hombres urbanistas tenían una visión del espacio residencial como una cuestión
de ocio y descanso. La vivencia de la mujer es muy distinta, los espacios
residenciales son lugares donde se hacen tareas de apoyo y de cuidado cotidiano
que suponen un trabajo y dedicación importante. Podemos afirmar que las mujeres utilizan mucho más la ciudad
que los hombres, son las principales usuarias del transporte público, utilizan
mucho más todos los equipamientos de salud, educativos, deportivos y comerciales (como usuarias
o en tareas de apoyo)”.
En esa
línea, otro estudio de género en la movilidad, realizado por dos investigadoras
de la Universidad de Málaga en el ámbito de la región, evidencia cómo las
mujeres desarrollan menor apego al uso del coche para ir al trabajo (42%
respecto a los varones) realizando más desplazamientos para llevar y recoger a
los niños del colegio (64%), temas médicos (61%), cargas familiares (56%) o
compras domésticas (63%). Los hombres, en cambio, centran sus desplazamientos
en coche en cuestiones de trabajo (58%) y ocio (59%).
Uno de
los aspectos que más limita el uso de la ciudad por parte de las mujeres, amén
de la dificultad de compaginar una vida laboral con el resto de desplazamientos
que ocupan su tiempo, es
la percepción de la seguridad en el entorno urbano.
“Cuando estás en un espacio público y tienes miedo de ser agredida, no es
lo mismo sentir miedo de que te puedan pegar o agredir como le puede pasar un
hombre, que te puedan violar en el caso de las mujeres. Esto cambia
sensiblemente la percepción y de pronto la ciudad genera miedos que pueden ser
reales, en el caso España son irreales, pero la sensación de miedo limita igual
las posibilidades que la ciudad te ofrece. Restringe poder ir a trabajar cuando
es todavía de noche si no tiene un transporte público adecuado, poder volver a
casa sola o con tu niño pequeño”, explica la arquitecta y docente Susana
García.
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